El principal objetivo de Gaia es denunciar la cultura de la violación como hecho social tradicional y mayoritariamente aceptado. Por eso, la película no es solo la historia de un caso concreto, sino que puede ser el retrato de todas las violaciones. No se sabe cuál es el origen de esta violencia machista, principalmente ejercida contra las mujeres, pero sí se puede establecer que la causa es la construcción de una estructura social patriarcal que potencia la desigualdad y la discriminación de género. En este sentido, la violencia de este acto de dominación y poder no finaliza en la propia violación, sino que sigue en forma de acusación y estigmatización judicial y social de las propias víctimas.
Gaia trata de las consecuencias sociales y psicológicas de una violación. Ante el aumento de casos de agresiones sexuales y del número de denuncias, a diario, los medios se llenan de titulares que se hacen eco de esto. Sin embargo, los medios tratan los hechos con ojo clínico, sin demasiada profundidad y desnudos de emoción o sentimiento. Sin embargo, detrás de estas noticias, hay siempre una víctima, una persona que tendrá que aprender a vivir a partir de este hecho que le acompañará siempre. Como persona, debe construirse de nuevo y traspasar diversas etapas y sentimientos como el vacío, la vulnerabilidad, la rabia, la incomprensión, la impotencia, la autosuperación, la frustración... Todo este proceso a menudo se ve agravado si la víctima debe afrontar un proceso judicial, hasta el punto de que en algunos casos se arrepienten de haber iniciado la denuncia.
El valor artístico que como profesionales aportaremos a Gaia es el de mostrar esta situación oculta, lo que no se explica en la noticia, la parte del cuerpo que no se va a regenerar. Por eso, para este proyecto, es más importante saber por qué pasó que qué pasó. Una pregunta que será el leitmotiv de la película y a la cual se intentará dar respuesta a través de un viaje al tiempo iniciático y de resurgimiento en el intento de reencontrarse con la humanidad.
Un viaje simbólico a la prehistoria que apela a la construcción de nuestra genética y nuestra construcción social como especie.
Es importante decir que este proyecto cuenta con la estrecha colaboración de la Fundación Ana Bella. Una fundación con una red de mujeres supervivientes que ayudan a otras mujeres supervivientes que cuenta con más de 25.000 mujeres de 78 países distintos. Esto aportará al proyecto un amplio abanico de testigos y una capacidad de visibilización del proyecto final aún mayor. Además, el proyecto también cuenta con el asesoramiento de la red de los SIE (Servicio de intervención especializada) de toda Cataluña; así como de la asociación Valentes i Acompanyades, que trabajan para detener los matrimonios forzados.
Al igual que la Fundación Ana Bella, la aportación de los SIE también es determinante para el proyecto. Principalmente, por el asesoramiento que dan al proyecto —no se puede olvidar que es un proyecto de ficción cinematográfica y no podemos cometer el error de inventarnos nada. Y aquí es donde cabe destacar lo más importante del proyecto: las conversaciones con mujeres que han sido víctimas de violencia machista, sea en el grado que sea. Este proyecto solo será posible gracias a esa verdad vital y emocional que aportan estas mujeres; empezando por las chicas de quince años que han sido violadas o agredidas y continuando por el resto de franjas de edad, con mujeres que con hijas e hijos viven todavía un calvario que dura años.
También queremos dejar muy claro que, una vez el proyecto esté terminado, todos los beneficios que pueda tener —venga de las televisiones, festivales, proyecciones en salas a nivel internacional, y un largo etcétera de posibilidades— irán destinados a ayudar las mujeres supervivientes y a combatir al machismo.